jueves, 22 de noviembre de 2012

Shock Cultural

   Millones de personas en todo el mundo, cuando viajan temporalmente a otros países para aprender un idioma, sienten un gran shock cultural, debido a la diferencia de costumbres con sus países de origen. Una de estas personas es Jakub, de Praga, la capital de la República Checa.

    Lo que más le impresionó al llegar a nuestro país por primera vez, hace algunos años, fue la abundancia de contacto físico al comunicarse con otras personas, comparado con su país, en el que sólo se dan la mano al saludar, y poco más, mientras que en España las personas se abrazan y besan libremente. Otro ejemplo* sería el pequeño tamaño y la poca luminosidad de las viviendas, junto con la confianza* que se tiene con el resto de la vecindad (en un bloque de pisos, en los pueblos es similar). El precio del alquiler, sin embargo, no varía demasiado.

    En Praga no hay “vida de calle”, pues la lluvia, el frío, y el hecho de que empieza a anochecer a las 5 de la tarde en invierno y a las 9 en verano hacen que las personas prefieran quedarse en casa, al calor de la estufa. Jakub nos comenta, además, que los abuelos son bastante más huraños en su patria: mientras que los españoles salen, pasean y quizá se vayan de tapas, los checos se encierran en sus pisos, quejándose del ruido que forman los jóvenes.

    El acceso a la Universidad, en la República Checa, es gratuito los 5 primeros años (incentivo para mudarse a Praga).

    Se respeta el medio ambiente, pues, aunque puede que las calles checas no estén tan limpias como las españolas, en el medio rural se cuida de no dejar residuos.

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